06/12/2025

CAPDEVILLA ROBERTO-BIOGRAFIA

ROBERTO CAPDEVILA
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ROBERTO CAPDEVILLA

Dibujante autodidacta en sus inicios, cursando la escuela primaria aprendió la técnica del cuadriculado, que en realidad no era una técnica para el dibujo sino un rebusque para resolver la proyección de un original a dimensiones mayores. Según expresa el propio Roberto: -“Esto me dio de comer, cuando oficié de ayudante de Alberto Rocha en los trabajos de cartelería del cine Opera (hoy Centro Cultural)”.

El mismo Rocha le propuso trabajar en algo que él no sabía hacer, que era la ampliación del dibujo y que, Roberto Capdevilla, con una técnica doméstica se las rebuscaba para resolver. Con técnicas opuestas armonizaron una dupla donde Capdevilla hacía la base y Rocha el dibujo y la pintura. Este último manejaba muy bien los colores y de a poco se transformó en su maestro.

Cuando habla de técnicas opuestas se refiere a que Rocha usaba mucha pintura y trabajaba con el pincel muy cargado; Capdevilla lo hacía con el pincel seco y gastado, con la punta hacía el trazo y con la parte ancha el color. Lo sintetiza con un razonamiento emparentado con la lógica pero que es inexplicable para los ajenos al tema: -“A más presión más pintura, a menos presión menos pintura; yo hacía los rostros de las mujeres, que son más suaves, sin arrugas, donde los colores son más tenues y las sombras más elaboradas, él hacía las de los varones, que son de rasgos más duros y las sombras más cargadas”.

 

Los trabajos eran atractivos y hubo un ofrecimiento de una empresa capitalina: que no prospera porque la propuesta comprendía a ambos y Rocha decidió quedarse. Otra oportunidad que se le escapó fue con la revista Humor; tenía todo acordado, le aceptaban el dibujo, lo que no pudo encontrar fue un guionista para complementar el material.

Su debut con la caricatura, ocurrió a los doce años, según recuerda, en medio de las fiestas navideñas. Había un personaje, Aldelique, gordo, panzón, en camiseta, pañuelito al cuello y un gorrito “cantinflinezco”, que vivía en curda toda la semana y esos días aparecía más puesto todavía, le hice una caricatura, que terminó vendiéndosela por chirolas. Fue su primer trabajo pago. En otra oportunidad lo caricaturizó al doctor Benjamín Braier, en una exposición de ponchos.

Pasaron los años, entró al diario “El Informe”, hizo dibujos, ya más serios, con tramados y otras técnicas que posibilitaron una mejor elaboración. Recuerda haber hecho el de un personaje “Don Zoilo” (Romans Boucet) que escribía versos gauchescos; también los hacía a pedido.

Sus últimos trabajos fueron los dibujos realizados para la tapa de la revista Voycot. En cada trabajo reconoce estar ensayando algo, la técnica, el tipo de lápiz, el papel u otro material.

 

ENGLISH

Roberto Capdevilla, a self-taught artist in his early days, learned the grid method while attending primary school. This wasn’t truly a drawing technique but rather a resourceful workaround for projecting an original to larger dimensions. As Roberto himself explains: “This put food on my table when I worked as Alberto Rocha’s assistant on the poster designs for the Opera cinema (today a Cultural Center).”

Rocha himself suggested they work together on something Roberto didn’t know how to do: enlarging drawings. But Roberto, using a homegrown technique, resourcefully found a way to manage it. With their opposing methods, they formed a harmonious duo: Capdevilla would do the groundwork, and Rocha would handle the drawing and painting. Rocha, who had a masterful command of color, gradually became Capdevilla’s mentor.

When he speaks of opposing techniques, he means that Rocha used a lot of paint and worked with a heavily loaded brush; Capdevilla, on the other hand, used a dry, worn-out brush, making his strokes with the tip and applying color with the wider part. He sums it up with a logic that is intuitive to him but baffling to outsiders: “More pressure, more paint; less pressure, less paint. I would paint women’s faces, which are softer, wrinkle-free, where the colors are subtler and the shadows more elaborate. He would do men’s faces, with their harder features and more heavily applied shadows.”

Their work was appealing, and an offer came in from a company in the capital. However, it didn’t materialize because the proposal included both of them, and Rocha decided to stay put. Another opportunity that slipped away was with Humor magazine; everything was all set, they accepted his drawing, but he couldn’t find a scriptwriter to complement the material.

His debut in caricature, he recalls, happened at age twelve, amidst the Christmas festivities. There was a character named Aldelique—fat, pot-bellied, in a T-shirt, with a small scarf around his neck and a “Cantinflas-esque” hat—who was perpetually tipsy all week and seemed even more so during the holidays. I did a caricature of him, which I ended up selling for a mere pittance. It was his first paid job. On another occasion, he caricatured Dr. Benjamín Braier at a poncho exhibition.

Years passed, and he joined the newspaper El Informe. There, his drawings became more serious, incorporating cross-hatching and other techniques that allowed for a more refined execution. He recalls creating an illustration of a character called “Don Zoilo” (Romans Boucet), who wrote gaucho poetry; he also took on commissions for these.

His most recent works were the drawings created for the cover of Voycot magazine. In every piece, he acknowledges he’s always experimenting—with the technique, the type of

pencil, the paper, or other materials.