06/12/2025

MUDRY MANUEL-BIOGRAFIA

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MANUEL MUDRY- BIOGRAFIA

A las 11 de la mañana del 15 de julio de 1952, el llanto de un niño irrumpió la maternidad del entonces Hospital Público Eva Perón (hoy José María Cullen) anunciando la llegada al mundo de un nuevo niño que apenas pasaba los 3 kilogramos, hijo de Lidia Noseda una madre soltera de 17 años venida desde Vera, tal vez disparando de los rumores y de todo aquello a lo que se exponía una situación como esta en esa época.

 

A pesar de la soledad del comienzo, su padre, Manuel Cancio Mudry nunca los abandonaría y hasta llegó a reconocerlo a Manuel cuando cumplió los 18, reivindicando la honra de aquella adolescente que cuando se asomó al amor quedó atrapada para siempre en los brazos de “aquel churro bárbaro” –y tiene que haber sido nomás porque todos coincidieron en ese calificativo- a pesar de ser bastante mayor valió la pena, según quedó demostrado después…

Luego de un paso fugaz del rancho de Belgrano al fondo, que yo no recuerdo, vinieron los primeros años en la casa de pensión de la abuela Josefina –viuda muy joven del abuelo Antonio Noseda – todos los inquilinos de entonces, en su mayoría ferroviarios, pasaron a ser un poco padres de este “hijo de la calle”, bautizado así por el tío Oscar ya que con el tiempo Manuel se puso un poco vago y nunca estaba en casa, aunque la siesta era sagrada.

 

Esto, no  porque lo hicieran dormir sino porque era la hora en que afloraba toda la creatividad y la imaginación que la propia miseria motivaba.

A falta de plata, los juguetes debían inventarse adaptando lo que había a mano, así el hueso de una costeleta comprada en lo del Negro Chantiri era el Colt 45 de Gary Cooper, con el cartón de cajas del cuartito costureaba las cartucheras y hasta pudo confeccionar un traje de romano como en la película de Marisol, “con casco y todo”.

 

Una lata de aceite de 5 litros era el tanque de una motocicleta que -con dos tablas en cruz- sosteníamos a la altura de la cintura o una tapa de olla pasaba a ser el volante de un camión con el que desde el galpón del fondo, separado por un techo de glicinas, Manuel recorría su propio mundo. Las glicinas…un color y un perfume que detuvo el calendario de su niñez.

 

Pero lo que más le entusiasmó el último tiempo de la infancia fue cuando me mostraron el “futbol de los botones” que yo convertí en el futbol vivo porque con simples cartones que funcionaban como pequeñas catapultas  armaba los equipos que se disputaban una pelota que en realidad era un pequeño “botón de corpiño”…

Pero el circo era completo en el viejo zaguán, con tribunas construidas con maderas que pedía en la carpintería del barrio y con un perforador, que apareció de la nada, obtenía los papelitos que el público de botones que –colocados prolijamente en las gradas- arrojaba como en la cancha de Boca…El juego en sí duraba un rato pero el trabajo de producción era fenomenal.

La relación con su abuela era el exacto reflejo de “más te quiero más te aporreo” porque fue la que más lo castigó, en el más amplio sentido de lo que la palabra representa en su exacta dimensión, pero en compensación era la que lo llevaba al cine con sus dos tíos más chicos de los siete que tenía –Miguel y Griselda -, la cual lo  llevó en su primer viaje en tren, convirtiéndose en la mascota que siempre acompañaba sus salidas, de visita a algún pariente los domingos o al gran Chopp de los sábados.

 

Era doña Pepa o Josefa, según el trato familiar, famosa por sus pucheros y porque era un poco “curandera”; como Manuel era muy confianzudo y zafado le decía “vieja…”, (siempre le costó llamar a los parientes por su grado es decir, a muy pocos le dijo “tío”, ya que no le gustaba decir abuela y muchos menos me acostumbré a decir  “papá”, los nombraba por su nombre o apodo y eso lo convertía en un chico rebelde y hasta “boca sucia” calificativo que se ganaban las personas adictas a las malas palabras y yo “como chico de la calle” influenciado por todos y las malas compañías…tenía un inagotable diccionario propio.

 

En ese entonces Manuel ni soñaba que llegaría a ser maestro y mucho menos locutor-periodista…

La abuela partió, en la primavera del 61, tenía 54 años, con su muerte yo también sentí que quedaba un poco huérfano…y más callejero que nunca.

 

Su lugar fue ocupado por su tío Luis, “el Chivo” Noseda, con el empezó su apego a la radio y fortaleció mi pasión por el futbol. “Telecómicos” los sábados y la “Revista Dislocada” los domingos eran la antesala de los partidos que seguíamos con extrema concentración en los relatos de Bernardino Veiga o el inolvidable Fioravanti, antes de José María Muñóz y Enzo Ardigó…

 

Como él trabajaba en una firma que se llamaba “Alasia y Cimadamore” y se ocupaba de la venta y reparación de radios o los combinados de la época con el loco Héctor Dubois, siempre se las ingeniaba para sintonizar la emisora indicada aún en onda corta…

 

Este romance duró con el Chivo 5 años, pero con la radio perduraría para siempre, el mundial del 66 ya lo encontraría viviendo con su mamá en nuestra casa propia. En realidad era una pieza con paredes sin revocar, piso de tierra y cartones en la ventana porque la herencia por la venta de la casa de la abuela no alcanzó para más, eran muchas las deudas y muchos para el reparto, así que su mamá se la rebuscaba trabajando de portera en las escuelas.

Su primera experiencia la había tenido años antes en Margarita, el pueblo originario de la familia y en donde nacieron, así que no había problemas para hospedarse mientras trabajaba y Manuel… quedaba con mi abuela.

 

Esa especie de monoambiente no era más que un “loft” adelantado, estaba a dos cuadras de la casona de la abuela, sobre la misma calle Córdoba y a 10 metros de la última calle del pueblo que los separaba del “campo chiquillo”, más adelante pista Montecarlo y cancha de Carreras, hoy Plan Federal de Viviendas…

Un calentador y una lámpara a querosén –porque en el hogar no tenían luz- formaban parte de su capital inicial.

En sus recuerdos,  que cuando su viejo trabajaba de noche íban a su encuentro minutos antes de las 20 –maniobras o depósito- tan solo para darle un beso o de día pararse en la puerta de calle para verlo pasar y saludarse con el brazo levantado.

 

Manuel hizo hasta de mensajero llevando esquelitas que con letra rápida su vieja le escribía a La Fraternidad donde él era instructor de locomotoras y él,  pasaba las mañanas, escuchando y aprendiendo, fue prácticamente esa la relación filial que tuvo con él…

MANUEL MUDRY – BIOGRAPHY

At 11 in the morning on July 15, 1952, the cry of a child burst through the maternity ward of the then Eva Perón Public Hospital (today José María Cullen), announcing the arrival into the world of a new child, barely over 3 kilograms, the son of Lidia Noseda, a 17-year-old single mother who had come from Vera, perhaps fleeing rumors and everything a situation like this entailed at the time.

Despite the initial solitude, his father, Manuel Cancio Mudry, never abandoned them and even recognized Manuel when he turned 18, restoring the honor of that teenager who, when she encountered love, was forever caught in the arms of “that handsome brute” — and he must have been, because everyone agreed on that description — despite being quite older, it was worth it, as was later demonstrated…

After a fleeting move from the back of the Belgrano ranch, which I don’t remember, came the first years in Grandma Josefina’s boarding house — a very young widow of Grandpa Antonio Noseda. All the tenants at the time, mostly railway workers, became somewhat surrogate fathers to this “street kid,” baptized as such by Uncle Oscar, as over time Manuel became a bit lazy and was never home, although siesta was sacred.

This was not because they made him sleep, but because it was the hour when all the creativity and imagination motivated by their very poverty surfaced. Lacking money, toys had to be invented by adapting what was at hand. So, a rib bone bought from Negro Chantiri became Gary Cooper’s Colt 45; with cardboard from boxes in the little sewing room, he made holsters and even managed to craft a Roman costume like in Marisol’s movie, “with helmet and all.”

A 5-liter oil can was the tank of a motorcycle that — with two crossed boards — we held at waist height, or a pot lid became the steering wheel of a truck with which Manuel explored his own world from the back shed, separated by a wisteria-covered roof. The wisteria… a color and a scent that stopped the calendar of his childhood.

But what excited him most in the last period of his childhood was when they showed me the “button soccer,” which I turned into live soccer because with simple cardboards that acted as small catapults, I assembled teams that competed for a ball that was actually a small “bra button”…

But the circus was complete in the old hallway, with stands built from wood he asked for at the neighborhood carpentry shop, and with a hole puncher that appeared out of nowhere, he made the little papers that the button audience — neatly placed in the stands — threw as if at Boca’s stadium… The game itself lasted a while, but the production work was phenomenal.
His relationship with his grandmother was the exact reflection of “the more I love you, the more I beat you,” because she was the one who punished him the most, in the broadest sense of what the word represents in its exact dimension, but in compensation, she was the one who took him to the movies with her two youngest uncles of the seven she had — Miguel and Griselda — who also took him on his first train trip, becoming the mascot who always accompanied her outings, visiting relatives on Sundays or to the big “Chopp” on Saturdays.

She was Doña Pepa or Josefa, depending on family custom, famous for her stews and because she was a bit of a “healer”; since Manuel was very trusting and cheeky, he would call her “vieja…” (he always found it difficult to call relatives by their degree, that is, he called very few “uncle,” as he didn’t like to say “grandma” and even less did I get used to saying “dad”; he called them by their names or nicknames, and that made him a rebellious and even “foul-mouthed” kid, a term given to people addicted to bad words, and I, “as a street kid” influenced by everyone and bad company… had an inexhaustible dictionary of my own.

At that time, Manuel never dreamed he would become a teacher, much less a radio announcer-journalist…
Grandma passed away in the spring of ’61; she was 54 years old. With her death, I also felt a bit orphaned… and more of a street kid than ever.

Her place was taken by my Uncle Luis, “el Chivo” Noseda. With him, my attachment to radio began and strengthened my passion for soccer. “Telecómicos” on Saturdays and “Revista Dislocada” on Sundays were the prelude to the games we followed with extreme concentration in the commentaries of Bernardino Veiga or the unforgettable Fioravanti, before José María Muñóz and Enzo Ardigó…

Since he worked for a firm called “Alasia y Cimadamore” and dealt with the sale and repair of radios or the combined units of the time with crazy Héctor Dubois, he always managed to tune into the right station, even on shortwave…

This romance with Chivo lasted 5 years, but with radio, it would endure forever. The 1966 World Cup would find him already living with his mother in our own home. Actually, it was a room with unplastered walls, an dirt floor, and cardboard in the window because the inheritance from the sale of Grandma’s house wasn’t enough for more; there were many debts and many to share with, so his mother made ends meet by working as a janitor in schools.

His first experience had been years earlier in Margarita, the family’s original town where they were born, so there was no problem staying there while she worked, and Manuel… stayed with my grandmother.

That kind of studio apartment was nothing more than an early “loft”; it was two blocks from Grandma’s big house, on the same Córdoba street, and 10 meters from the last street of the town that separated them from the “small field,” later the Montecarlo track and racecourse, today Federal Housing Plan…

A heater and a kerosene lamp — because they had no electricity at home — were part of our initial capital.

In his memories, when his father worked nights, they would go to meet him minutes before 8 PM — maneuvers or the depot — just to give him a kiss, or during the day stand at the front door to watch him pass and wave with his arm raised.

Manuel even acted as a messenger, carrying little notes that my mother quickly wrote to La Fraternidad where he was a locomotive instructor, and I spent the mornings, listening and learning; that was practically the filial relationship I had with him…

 

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manuel_mudry_jorgeobeid
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manuel_mudry_nelsoncastro
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manuel_mudry_lifschitz
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convencion_constituyente_mudry
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EL PERIODISMO

La primera nota

Más que nota fue una especie de carta de lectores y bastante crítica sobre los corsos de principios de los 70.

El semanario local era Vera en la Noticia y lo dirigía Benito Adolfo Narvaja, un periodista muy experimentado que había llegado a Vera a instancia de Raúl Carignan, quien ya se perfilaba como lo que fue después, uno de los dirigentes de mayor peso en nuestra comunidad y la región.

Hablé con Narvaja y le entregué la nota que publicó con las iniciales de mi nombre MM, el título fue “Como se pide” y generó una muy buena repercusión.

El gráfico era el único periodismo que existía y contaba con otra publicación cuyo contenido era principalmente religioso, El Heraldo, en este caso dirigida por el párroco de turno y el asesoramiento de Ángel Águila Arismendi, un personaje muy querible por su honestidad y conducta. Un verdadero ejemplo.

Me sumó al grupo para que los viernes a la noche doblemos, con otros chicos, el semanario que al otro día se distribuía por correo.

COMIENZA EL ROMANCE

Mi trabajo en el campo, me hizo tomar más contacto con la radio, lo gráfico quedó de lado y volvería algún tiempo después.

Mi vida dependía de la radio, como lo había sido en mi niñez en casa de la abuela con mi tío Luis.

Si bien las emisoras eran muchas, lo que a mí me interesaba era escuchar una radio de Santa Fe y apareció LT 10, la Radio de la Universidad del Litoral, sobre todo para enterarme de las noticias y el pronóstico cuando se acercaba el viernes para saber cómo iba estar el clima a la hora de irme, Enzo Wolken, Miguel Cello, José Enrique Bordón, Mario Cáffaro, eran los dueños de aquellas voces que yo esperaba escuchar con particular interés.

A veces era necesario colocar el aparato contra una columna de hierro de la estructura de la escuela para una mejor captación.

La radio siempre fue mi obsesión, recuerdo que cuando empecé a ir a Santa Fe mi tía Aurelia me llevaba a LT9 para ver en vivo -en el auditorio de calle San Martín- el programa de Kipler y Ruiz “Hogar, dulce hogar”; pero a mí me gustaba quedarme un rato más al final, para ver cómo hacían las publicidades o leían las noticias en el informativo, así conocí a José Manuel Abarno, Javier Fernandez Ortíz, Eriberto Osuna…

Cuando fui más grande, y andaba solo, también me gustaba ir a LT 10 para ver, a las 10 de la mañana, como hacía su programa Víctor Jorge Barbier.

Eran otros tiempos, las radios eran más accesibles, hasta recuerdo que me convidaron un café mientras hablaba con el operador (José Gay) que hacía maravillas con los discos de aluminio de 78 rpm, más las bandejas para los discos y las publicidades se leían en vivo, a falta de tecnología todo era muy artesanal y salía muy bien.

Cuando fui al Paraje 29, ya tenía otra radio y había aprendido a instalar una antena exterior -4 metros de cable de cobre con dos aislantes, extendida arriba del techo y un cable adicional que del medio del tramo se conectaba al aparato- ello me permitió escuchar emisoras en Onda Corta, Radio Nederland, la BBC de Londres, Habana Cuba o Radio Moscú, todas vía satélite, en español y cada una con “su mensaje”, por ellas me enteré cómo funcionaba la DINA en Chile o de la existencia de los “campos de concentración en Argentina”. Recuerdo que la gira de Alfonsín por la Unión Soviética la seguí por radio Moscú y hasta ¡la grabé!

Esa misma antena viajó conmigo a Gato Colorado, la Virginia y Golondrina, le saqué bastante provecho.

Siempre creí que Dios es el que hace que esté en el lugar indicado y en el momento oportuno, Él obró para yo el 27 de diciembre de 1987 concurra hacer una compra al mercado de Francisco Bigot y me atienda justamente él, que hacía un año había puesto al aire una emisora en FM en sociedad con Ángel Fiz.

Le comenté que sería bueno tener a alguien que leyera noticias a la mañana y sin dudarlo me ofreció el espacio que acepté sin medir las consecuencias; así fue como el 28 de diciembre, Día de los Santos Inocentes, a las 10 de la mañana leí mi primer boletín de noticias en “Vértice Informativo”  por FM Universal, marcando el inicio de una carrera que ahora lleva más de treinta años y muchas satisfacciones.

Ese espacio, de unos pocos minutos, luego se multiplicó en programas de gran repercusión popular como “Tropicana”, “La Noche de Manuel” y los periodísticos “Palabra Libre”, “Agenda Abierta”, junto a Sergio Fabris, “Nuestra Tierra Litoral”, colaborando con Norberto Barbona, además del magazine de la mañana “Hora Libre”, donde estábamos todos, principalmente Angel Fiz, Luis Perez y yo.

Como todos trabajábamos, lo grabábamos la noche anterior y Pachi lo sincronizaba tan bien que la gente creía que estábamos en vivo.

Adriana Corchuelo, esposa de Francis, era la voz femenina que grababa las presentaciones y promociones de la programación.

Por supuesto que para concretar estos proyectos había que sumar y contagiar el entusiasmo a chicos muy jóvenes que ingresaron al proyecto como operadores técnicos, las fotos de la época son muy elocuentes y vale la pena destacar a los hijos de Ángel -Cristian y Gerónimo Fiz-; Pachi Iglesias, Picu Alasia y Mecha Tedini, pusieron todo su talento para que todo salga prolijo, teniendo en cuenta que en ese tiempo todavía no había llegado la tecnología; así que teníamos que fabricar hasta los propios casetes de punta (cortos de cinta, para un solo aviso).

Después de Universal, aparecieron otras radios, ISAN, Libertad e  irrumpieron el éter muchas más, era cuestión de tener una computadora, conectarla a un M31, un micrófono, un corajudo, una antena y… a cobrar.

Pero nunca lograrán igualar aquella Universal hecha con tanto amor, con tanta honestidad y desinterés económico, guiada por el talento inigualable de Angel Belisario Fíz, un verdadero bohemio de quien tuve el honor de aprender todo lo que supe y pude mejorar después. Mi maestro en el arte de comunicar y conducir un evento, estando a su lado era muy fácil lucirse.

La generosidad de Ángel la que grafico con una expresión que rompe las normas de una sociedad mezquina y egoísta, nadie entregaba por que sí la llave de la felicidad y el no solo hizo eso, sino que me abrió la puerta del mundo que siempre soñé.

Con el tiempo pasaron ciclos en Radio Libertad de Juancito Blanco, FM Activa, con Patricia Tizziani y Marcelo Manzatto; actualmente tengo mi columna diaria en FM Victoria, donde analizamos la realidad local junto a Cudy Stefanucci.

Corresponsal

Corría mayo del año 1991 y aparecen en Vera dos directivos de diario El Litoral, el recordado sapo Caputo y José Bordón (el de la radio) buscando reemplazante para Don Juan Carlos Tizziani que ya había cumplido un ciclo.

Francis Bigot me sugiere, me reúno con ellos en la confitería y a partir de junio empiezo a mandar mis notas escritas a máquina con la foto papel, en un sobre que llevaba la misma camioneta que lo distribuía, después vino el fax, la era digital y me tuve que ir adaptando a ese proceso evolutivo que iba marcando la modernización del periodismo.

Hoy con solo apretar una tecla te conectas con el mundo.

La aparición de internet transformó las comunicaciones y, a través de TRCNet, tuve mi primer contacto con el medio, a raíz de un hecho casual me abren una página de Vera en esa página que, desde Reconquista, manejaba toda la región.

Mis notas sobre el Carnaval causaron mucho impacto aún en el exterior y dio nacimiento a Letyana Press, como la “1ra. Agencia verense de Noticias que viajan por el mundo”.

La Televisión

Estando de director en Calchaquí, me buscan para hacer el noticiero local que, incluso, podría grabarse antes para emitirse a la noche.

Comencé como haciendo un favor a la familia Carrara y estuve más de 5 años a cargo del noticiero de Calchaquí Televisora Color.

De ahí, con los chicos Poly Yates y Oscar Stieben que eran los camarógrafos, hicimos dos documentales para la Asociación Santafesina de Televisión por Cable; uno referido la Forestal en Gallareta y otro sobre el Ferrocarril, con imágenes de todo el departamento.

El cable se vende, estimo a Litoral TV de Avellaneda y Denise Rodaro me pide sumarme como colaborador y la acompaño otros 5 años como conductor alterno de “La voz de la Región”, con una proyección que superaba los límites de la provincia de Santa Fe dado que, a través de la Televisión Codificada Rural, llegaba hasta el sur de Corrientes.

También hice dos programas con ella en Cable y Diario, que fueron experiencias increíbles y dije ¡Basta para mí! La realidad había superado mis sueños.

LETYANA PRESS

Surge con la idea de ser portavoz de los principales acontecimientos de la ciudad y su entorno.

Pero con una identidad propia, nuestro propio lenguaje y una versión localista de cada hecho, con el detalle de no equivocarse en la escritura de los apellidos y si es oral cuidar su correcta pronunciación.

Hoy Letyana es prácticamente una marca registrada.

 

Han sido mucho más crueles algunos “colegas” de la profesión que los adversarios que tuve en la política.

Algunos me persiguieron, otros me respetaron y no faltaron los que me defraudaron.

Pero como todo vuelve en la vida…aquí estoy, más vigente que nunca.